8.07.2006

Diario de viaje de Lady Gray

Claro que de vez en cuando salgo a volar por el lugar eterno. Ahí, no existe el tiempo, porque da igual. Pero sí son necesarios el cielo gris, la tierra también gris, cubierta de árboles congelados, y el aire fresco (casi frío). La humedad es siempre perfectamente excesiva y es quien cubre la imagen; y a mí. Eventuales verdes que sonríen. La sensación, cercana a una escena de la antigüedad en el país Celta. Mi vestimenta la desconozco, porque no puedo verme. Me atrevería a afirmar que ni cuerpo tengo. Todos los sentidos funcionan en su máxima expresión, pero sólo para captar lo esencial, ya sea en vuelo, o posada sobre alguna fina rama desnuda y frágil.
Y se inhala eternidad y se exhala grandeza. No existen las voces ni los ruidos; tal vez una melodía perdida que busca asilo en el espacio ideal.
El vuelo decide ser incesante y sin rumbo, porque no hay un objetivo, a dónde ir, si la belleza está en todas partes…

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