8.07.2006

Jasón

La mujer diminuta y simpática le relataba sus cuentos a Lady Gray que vivía sus años dorados de juventud. Siempre la entretenía con las diferentes historias que se le venían a la mente, o que ya existían en ella. Y más que ¨hablar por hablar¨ o más que un simple pasatiempo, contar cuentos era, para la mujercita una forma de vida, una elección de ser.
Un buen día de invierno (unos de esos notablemente verdes y necesariamente grises), decidió hablarle de Jasón. Era tan vívida la forma en que ponía sus palabras para hacerle saber de él y tal la compasión que le evocaba este personaje, que con el paso del tiempo, el relato continuaba evolucionando como si fuera real.
Carmela (así se hacía llamar la cuentista) continuaba nombrándolo eventualmente, entre las infinitas cotidianeidades existentes, a veces a diario, y en ocasiones Jasón se volvía parte del pasado, de algo ya pronunciado y no había nada más que hablar. Un tema cerrado.
Cierta tarde Carmela descubrió que Lady Gray podría ser la persona ideal para vivir el amor junto a él… ¡Cómo le brillaban los ojos cuando pronunciaba ideas sobre ese amor! De cualquier modo, para ella no fue más que un simple comentario, pasando a ser una ocurrencia intrascendente; mientras que para la joven expectante fue el inicio de un fuerte deseo, la incontenible necesidad de que todo se volviera tangible.
Que existiera, conocerlo, declararse mutuo amor eterno. Esta frase se repetía en los rezos nocturnos, cuando soltaba una moneda al aire sobre cualquier fuente de agua, mientras contemplaba el fuego durante horas creyendo que su calor era el semejante a la pasión que Jasón le entregaría. Lady Gray casi podía creerlo en su mente flotante, y así, vivía una vida feliz.
Nuevos personajes iban y venían, de los labios de Carmela a los sentidos de la bella gris, la atención se volvía presa del sonido de la voz, y una vez más se perdía entre las nuevas fantasías de Carmela y los poderes de ambas imaginaciones. Ciertamente, la joven olvidaba a Jasón (o simplemente se apropiaba de su existencia relatada, que es una forma alternativa de olvidar).
Nadie supo decir con certeza, ni cuándo ni como, Lady Gray y Jasón se encontraron bajo el manto de algún arte contempladora. Tal vez, sucedió el mismo día que Carmela se dejó perder en los bosques, confinando el resto de sus días a contarle cuentos a la naturaleza.

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